Imprescindible obra sobre DEFENSA
Acaba de ser presentada en Madrid la última obra del afamado técnico y profesor Johann Sebastián Khanastero. Dicha publicación versa sobre el baloncesto iuesei, del que el profesor Johann Sebastián Khanastero es un experto conocedor, y su título reza del modo que sigue: “La defensa en el AllStar Game”. En portada, y como representación gráfica característica del título que se evoca, aparecen Shaquille O´Neal y LeBron James forcejeando intensamente por la posición para ver más de cerca la actuación musical que acontece durante un tiempo muerto. En la contraportada, junto a la inevitable glosa de la trayectoria del autor - en este caso singularmente breve, nombre, primer y último apellido y alias- aparece el coach del equipo del Oeste profiriendo indicaciones defensivas… al integrante de su cuerpo técnico que lo acusa de haber elegido un mal restaurante para almorzar. Entre portada y contraportada, el libro, en su edición de tapa más dura, pesa ocho kilos y contiene cuatro páginas manuscritas. Suficiente para desarrollar el item de referencia.
La defensa constituye un aspecto ínsito al desenvolvimiento del AllStar Game e íntima e irresolublemente ligado a la fascinación que suscita este evento, comenta no sin cierto comedimiento el autor. Defensa pues contra los detractores de este partido, defensa contra los apologetas del pasado en tanto que modelo teologal de todas virtudes, defensa contra los aborrecedores del salto, defensa contra los ultras del tacticismo, defensa contra los apóstoles del basket FIBA… defensa, en suma, contra la defensa de la concepción de este circ, perdón, de este espectáculo como evanescente reverberación del compendio de todos los aspectos más aquiescentes del juego.
La defensa del AllStar Game se prepara, revela el profesor, principalmente a través de la utilización del recurso del vídeo. Porque lo importante, verdaderamente, es la mirada. La mirada, asevera el profesor Khanastero, constituye el primer vínculo del buen defensor para con la posición amenazante del rival que lo ataca. Mismamente en el reciente AllStar tuvimos ocasión de advertir, a través de ejemplos preclaros, hasta qué punto esto es cierto, y así, no son pocas las ilustraciones en las que el Profesor incide en cómo el defensor MIRA los pies del atacante en el instante que precede al súbito desenlace del movimiento no ya con ánimo de anticiparse al modus del mismo, sino para acompasarlo –con la mirada igualmente- en un ejercicio “live” de scout que acerca con una sublimación sin precedentes el visionado más propio de una sala de pre-partido a lo que acontece en la propia cancha. De este modo lo aprehendido en el vídeo de scout se repasa, qué mejor refuerzo, en el match.
En su exhaustiva prognosis de la mirada, el profesor Khanastero se detiene profusamente en lo tocante al apartado de la intimidación. Una mirada fiera, asevera el Profesor, intimida; indica sin ambages al atacante que NO va a pasar por ahí (por el lado izquierdo, pongamos por caso)… sino que lo hará por allá. Es en ese momento cuando la mirada fiera se desactiva y la defensa, consecuentemente, se desmorona: el atacante da dos quiebros, olvida el cámino de salida y se planta frente al aro para ejercitar el tiro a dos metros que le permitirá, si es lo suficientemente blando, coger el propio rebote y hacer un mate… ante la atenta MIRADA de los espectadores, de los rivales (valga la redundancia) y de sus propios atónitos compañeros.
El profesor Khanastero recomienda no mirar al pie del atacante. Es de mala educación y de mal gusto. Un hombre siempre mira a la cara. ¿Que está de espaldas? Pues da uno la vuelta y se ubica de frente al hombre que marca. O bien se lo llama (tampoco es tan difícil, con tantos partidos al año allá se conocen ya todos). ¿Qué lleva gafas a lo Worthy o Santiago? ¡Bueno, éstas no son de sol, ahumadas! Huelga decir que el juego mejoraría notablemente si los contricantes, lejos de argucias y estratagemas, se miraran, como hombres, a la cara. El atacante no miraría entonces el aro y la defensa sí sería realmente efectiva! (sólo Steve Trumbo lanzaba –y sólo los libres- con ojos cerrados).
El profesor Khanastero no olvida en su análisis del AllStar Usa que la solidaridad debe erigirse en pilar básico sobre el que sustentar el edificio todo de la defensa. Esto de nuevo se advierte muy bien gráficamente: el defensor deja pasar al hombre que marca para que solidariamente sea otro compañero quien lo obstaculice o, en su defecto, lo deje a su vez. ¿Quién dice que el basket USA no es colectivo?
La ya conocida aversión del basket USA a las zonas queda suficientemente comprendida con la lectura del libro del profesor Khanastero sobre el AllStar. Y eso que una zona bien colocada aunque pasiva ya obliga al atacante a desplazarse con tiento en evitación de los cinco potenciales obstáculos que al modo de los pivotes estos naranjas que se colocan en los circuitos de equilibrios de skate jalonan su potencial trayectoria. Algo que no sucede con una buena defensa individual, máxime si se generan espacios de tal modo que los cuatro compañeros del que lleva la bola se salen casi de la cancha para –podría pensarse que para estar más cerca de las cheerleaders- permitir que este haga un solo quiebro y, zas, desarrolle un juego vertiginoso que prescinda de la engorrosa molestia de los pases –excepto si el compañero está sólo y cerca del aro: alley-hop- y del riesgo inherente a todo lanzamiento de más de tres metros que, forzoso es reconocerlo, es difícil.
En su pretensión por hacer llegar el basket a las escuelas, el AllStar Game no ha dudado en consolidarse año a año como modelo de urbanidad (ceda el paso), igualdad (a todos se defiende por igual, esto es, nada), fraternidad (we are all brothers, my friend), solidaridad (al menos bueno se iguala con el mejor porque a ambos se les abre el mismo camino) y paridad (tanto en la modalidad que prescinde de la letra d última como en cuanto a que a todos se les deja entrar hasta la cocina).
Por último, en su opúsculo “analogía entre las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y, cómo no, la defensa en el AllStar”, el profesor Khanastero hace mención de hasta qué punto ambos extremos contemplan la persecución de los robos, las penetraciones con fuerza, los rebotes, los quiebros (y las quiebras, por paridad), y sobre todo la evitación de la lucha. En esto ve el Profesor –y sólo él- una leve reminiscencia del Far West (que de tan lejano él asimila el Este, este es, el otro equipo del AllStar)y un antecedente antitético de las campañas de la DGT actual, en tanto que la idea aquí no es quitar puntos sino conseguir que alguien –quien sea- los sume aunque para ello deba acercarse a un palmo.
En la presentación de libro el profesor Khanastero agradeció singularmente la colaboración del geólogo Grant Stone, que le ayudó a catalogar las piedras que se lanzaban desde más allá (y más acá, inclusive, cuales Armaggedones aún no horadados por Willis y Affleck) de la línea de siete metros, y del psicólogo conductista Ian Alone, que como experto conocedor de la tipología del “solitario” (el tipo también juega no obstante al mus) le ayudó a contextualizar el 95% de las situaciones de contraataque.
Desde La Llanura recomendamos la lectura de la obra del profesor Khanastero (“la defensa en el AllStar Game”, que en su edición anglosajona se puede adquirir descargar por internet junto con un catálogo de tipologías defensivas extraídas del propio match de este año (tarda mucho la descarga, no obstante, el documento final es cierto que sólo ocupa 3 kas, pero el buscador debe peinar millones de píxeles para asociar al menos dos jugadas del partido al vocablo “defensa”).
Por JINETE
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